Estudiantes y Profesionales Colombianos en el Exterior

3/23/2005

Lo más duro de volver a Colombia es tener que emigrar luego del retorno

Al terminar su pregrado en Colombia como ingeniero metalúrgico de la Universidad de Santander, Federico Sequeda decidió salir del país para prepararse en una universidad internacional. Realizó una maestría en Missouri y un Ph.D en ciencia de los materiales, en la Universidad de Illinois. Al finalizar sus estudios en el exterior volvió a Colombia, donde pasó muchas angustias y penas por la imposibilidad de encontrar un trabajo. Por esta razón, se vio en la obligación de regresar nuevamente a los Estados Unidos, donde se convirtió en director del departamento de investigación y materiales de la IBM. Posteriormente, trabajó durante 14 años en el exterior y en 1.996 fue catalogado por la American Vacuum Society Fellow como uno de los diez mejores investigadores a nivel mundial. A pesar de que años más tarde regresó al país, gracias a un programa de Colciencias, muchos talentos que emigran no cuentan la misma historia.

El primer retorno al país de Federico Sequeda puede clasificarse dentro de un hecho social del que no se ha hablado mucho, relacionado con la repatriación masiva de capital humano muy calificado, que comúnmente está recién egresado de algún posgrado en el exterior. En muchos casos, el regreso de este grupo de personas se caracteriza por no lograr una inserción exitosa en el mercado laboral de su país de origen, por lo que posteriormente se lleva a cabo la emigración, lo que representa la frustración del proyecto de regreso al país.

El fenómeno que podría llamarse los “cerebros frustrados” plantea el mismo dilema del que se habla en los cerebros fugados, pero a la inversa. Puede entenderse como la migración de expertos o profesionales, muy especializados, desde países en su mayoría desarrollados, hacia su lugar de procedencia, normalmente Estados que en otrora eran denominados tercer mundistas. Dentro de este contexto, el problema no es el drenaje de cerebros, sino las dificultades para lograr la repatriación exitosa del capital humano altamente capacitado, que ha egresado de alguna universidad en el exterior y que representa un gran recurso para el avance del país al cual retorna, en diferentes campos.

Aunque parezca extraño, este tipo de repatriación podría explicarse por diferentes circunstancias, como las restricciones que impone la visa de estudiante; las dificultades para acceder a oportunidades de permanencia en el exterior, luego de terminar los estudios; el sistema de créditos becas, que obliga al beneficiario a retornar al país para condonar parte de su deuda; además de otro tipo de factores familiares, sentimentales o de compromiso social, que ligan al estudiante internacional con su país de origen.

Un sondeo realizado entre algunos miembros de la Red de Estudiantes y Profesionales Colombianos en el Exterior (proyecto liderado por el programa Colombia Nos Une del Ministerio de Relaciones Exteriores), refleja una alta inclinación por el regreso. Según los datos, a la pregunta “qué considera lo mejor para usted”, el 44% respondió “volver a Colombia”, mientras que el 33% eligió “permanecer fuera del país” y un 23% contestó que “no sabe”. Estas respuestas se dan en un contexto de duda por las alternativas de trabajo en el país, pues según otra encuesta en la misma red, el 67% percibe como inciertas las oportunidades de reinserción laboral luego de retornar a Colombia; al tiempo que el 20% las ve buenas y tan solo un 13% las observa malas.

Algunos de los aspectos que caracterizan a los posibles repatriados son: jóvenes entre 26 y 38 años; han terminado su pregrado en alguna universidad colombiana; recién egresados de una maestría o doctorado en el exterior, en la mayoría de los casos, gracias a financiación propia o combinada con una beca; sin un gran reconocimiento en su área de estudio, ni experiencia laboral; con muchas expectativas en cuanto al retorno y, en numerosos casos, con un fuerte compromiso nacional. Según estudios de la UNESCO, nuestros estudiantes internacionales podrían ser aproximadamente 15.000, concentrados en gran proporción en 15 países alrededor del globo.

A diferencia de otros conceptos como la fuga de cerebros o la opción diáspora, la noción de “cerebros frustrados” gira en torno al hecho del retorno y no al de la salida del país. Por esta razón, tiene tanto de irónico como de nocivo, pues aquí la cuestión central no es qué hacer con los individuos muy preparados que se van, sino con el recurso humano especializado que regresa. Lo perjudicial de este fenómeno es la fuerte frustración que se genera en el repatriado, al no lograr permanecer de manera satisfactoria en su lugar de origen; sentimiento que lo acompañará en su posterior proceso de emigración y que podría ser muy difícil o, en algunos casos, imposible de superar.

“Como decía mi tío Rafael Ardila García, Colombia es un miserable país ingrato. Tu llegas con los deseos más grandes de trabajar y de hacer algo por la patria y no solo no encuentras ayuda, sino que hallas contradicción y tremendos obstáculos”, afirma Luis Carlos Díaz a sus 70 años, uno de los cerebros frustrados que tuvo que abandonar el país, luego de intentar, de manera infructuosa durante más de 14 años, insertarse en el mercado laboral colombiano.

La solución al problema de los cerebros frustrados empieza por entender el gran valor que representan para el futuro de Colombia quienes han regresado con nuevos conocimientos y estrategias. Esta es una idea sobre la que se debe generar conciencia, no solo en el gobierno, ni en algunas empresas, sino en toda la sociedad. Ejemplos de esto se encuentran en lugares como India, China y los Tigres Asiáticos, donde se le atribuye a los talentos retornados gran parte del crecimiento económico que han tenido estos países en los últimos años. En el caso de la China, según informes de sus ministerios de Personal y Educación, el número de estudiantes retornados creció en una media de 13% anual en la última década y de este grupo de personas, cinco mil crearon 1.838 empresas que representan el 15% del total de los negocios de Zhongguancun, la zona industrial de tecnología de avanzada en Beijig.

Una tarea en la que se trabaja desde el programa Colombia Nos Une, con el objetivo de mejorar las condiciones de los repatriados, es la construcción de redes sociales en los distintos escenarios de la migración (antes, durante y después) a través de las cuales se puedan generar contactos laborales, académicos, de amistad de apoyo, entre otros, al tiempo que faciliten la circulación de información vital para sus miembros. Así mismo, se esperan crear vínculos entre estas redes y otras de universidades, empresas, centros de investigaciones, etc. Sin embargo, las ideas, soluciones y la fuerza más importante provendrán de la misma red y sus miembros, quienes alcanzarán el éxito en la medida en que logren asociarse y trabajar en equipo. El camino apenas comienza, por ahora, hay mucho por hacer y por pensar.

Alejandro Blanco